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¿Cuál es el momento más importante de tu jornada laboral?


Puede que no te lo hayas planteado nunca antes, así que te invito a que reflexiones un instante y encuentres tu respuesta a esa pregunta, considerándola enmarcada en el ámbito de tu productividad, es decir, en el de los resultados que quieres conseguir.
¿No crees que se trata de una pregunta relevante? ¿No te gustaría saber cuál es ese momento del día para, tal vez, poder enfocarte en él y maximizarlo o, simplemente, disfrutarlo y saborearlo?
Tómate una pausa ahora. Encuentra tu respuesta y, antes de continuar leyendo, escríbela en una hoja de papel. Es importante que la escribas y, también, que estés convencido con tu respuesta […]
¿Existe una sola respuesta correcta?
¡Claro que no!
Cuando hago esta pregunta a los participantes en los talleres de Gestión Eficaz de Acciones la respuesta es siempre variada, aunque la que más se repite es: No se.
¿No te parece sorprendente una respuesta tan imprecisa para una pregunta que incluye las palabras “más importante” y “para ti”?
Cuando insisto a los que “no saben” para que encuentren su respuesta, la mayoría terminan afirmando algo como “no soy capaz de identificar un momento especial e importante”.
¿Qué significa “no tengo un momento diario más importante”?
Cuando facilito a los participantes que analicen esa respuesta es bastante usual que concluyan tomando consciencia de su reactividad. Sus relatos les describen, prácticamente, como unos aventureros.
Sí. El individuo va a trabajar. La nueva jornada que ahora empieza es la Aventura de hoy . Nuestro individuo no dispone de un guión, sino que forma parte del guión de otros. Su papel en la película parece secundario. Acepta encontrarse a merced de los eventos que se van presentando delante de él.
Reacciona frente a los estímulos que llaman su atención. A veces es la reunión que alguien convoca con cinco minutos de antelación, otras las demandas de su jefe u otros compañeros y, siempre, el móvil y el correo-e que no cesan de traer una enorme variedad eventos que requieren, o parecen requerir, su atención inmediata.
No habría nada que objetar si nuestro amigo trabajara en el departamento de Atención al Cliente, pero es que trabaja en Ventas, Marketing, Financiero, Legal, IT…
El “aventurero” termina confesando su cansancio y, sobre todo, su impotencia . Hubo un tiempo en que intentó escribirse un guión pero no pudo seguirlo. Se siente desbordado, agobiado y estresado. Ir a trabajar ya no es atractivo. Tampoco lo es el momento en que suena el despertador por la mañana, ni el domingo por la tarde que anticipa la llegada del peor día de la semana…
Se siente víctima del “sistema” e impotente para modificar nada.
¿Qué opciones tienes cuando sabes que no sabes?
Ahora sabes que lo que te ha ayudado a llegar hasta donde has llegado ya no es suficiente y necesitas algo nuevo.
Cuando tomas conciencia de esa situación aparece la oportunidad de aprender, desaprender y reaprender.
Cuando observas que tu actitud reactiva y ‘victimista’ es, precisamente, la generadora de toda una colección de comportamientos poco productivos que sólo te permiten sobrevivir hasta el viernes y que tu vida laboral carece de la necesaria pasión movilizadora que conduce a la involucración y a la satisfacción laboral plena, es en ese momento cuando recuerdas que existe el otro sendero: la proactividad.Cambiar la realidad que no te satisface es ahora una solución posible y a tu alcance. Con ella puedes adelantarte a los eventos, generando – tu mismo – los eventos que cambiarán tu realidad. Puedes generar futuro cuando, proactivamente, declaras, diseñas, planificas y ejecutas las Acciones que te aproximan a tus objetivos.
Proactividad es… tu Agenda
El momento más importante de tu jornada laboral son esos quince últimos minutos del día, justo antes de irte a tu casa, en los que abres tu Agenda y realizas dos tareas: revisión y planificación.
Los primeros tres minutos los empleas en reconocerte y felicitarte detalladamente por las tareas planificadas y ejecutadas, que constituyen los micrologros que has conseguido en la jornada a punto de finalizar y, también, en identificar las causas precisas por las que no has podido ejecutar alguna de ellas y, así, aprender para que no vuelvan a repetirse.
Los doce minutos restantes los dedicas a planificar tu Agenda con las Acciones que vas a ejecutar mañana, asegurando que hay una generosa proporción de tareas “importantes”, que como ya sabes son las que añaden valor, es decir, que contribuyen significativamente a la cuenta de explotación, sea cual fuera tu posición y función en el organigrama organizacional. Después de eso sólo necesitas comprometerte a ejecutarlas mañana.
Recuerda que no te pagan para intentar, sino para conseguir . Así que asegúrate de que lo que escribes en tu agenda puedes ejecutarlo. Si no estás seguro no lo escribas: no planifiques tu propia frustración o fracaso. Elige planificar tu satisfacción y tu éxito… y no dejes de celebrarlo cada vez que lo consigas.
Tu productividad, es decir, tus resultados dependen de las Acciones que ejecutas. Cuando priorizas las Acciones que vas a realizar mañana estás seleccionando los resultados que vas a conseguir mañana . ¿Crees que puede haber otro momento más importante – y decisivo – que ése?
¡Deja de ir a tu empresa a trabajar. Ve sólo a conseguir!
…y, entonces, observa cómo te sientes cuando suena el despertador…
“Los analfabetos del siglo XXI no son los que no saben leer, sino aquellos que no saben aprender, desaprender y reaprender”- Alvin Toffler

Satisfacción y productividad

27 enero 2011 1 comentario

Existen muchos estudios que demuestran que las personas que obtienen satisfacción con su trabajo, son más felices, se sienten más involucradas y son más productivas.
Lo contrario también es cierto. Las personas insatisfechas son infelices, se sienten poco o nada involucradas con su trabajo y empresa, y su productividad es bastante inferior.
Para nosotros este elemento (satisfacción) es tan determinante que está incluido como una de las dos condiciones claves de sostenibilidad en nuestra definición de productividad personal: “Completo las Acciones que conforman mis Objetivos, mientras disfruto con ellas y equilibro mi vida laboral y personal” […]

Disfrutar con lo que hago – mis Acciones – significa, precisamente, obtener satisfacción diariamente.

Todos los días, todas las personas consiguen algunos micro-logros correspondientes a algunos micro-objetivos. Sin embargo, la mayoría no son conscientes de ello, principalmente porque no operan con el modelo de Gestión Eficaz de Acciones, sino con el obsoleto de Gestión Eficaz del Tiempo.
Cuando el elemento de referencia para medir tu productividad es la completitud de tus Acciones agendadas, y dedicas un instante al final del día a comprobar las Acciones ejecutadas frente a las planificadas, te estás dando la oportunidad de inventariar tus micro-logros diarios y, también, a celebrarlos y darte el reconocimiento que te mereces.
Tomar consciencia de tu auto-eficacia te facilita construir tu ciclo virtuoso de productividad (pág. 3).
Hasta aquí se trata de una conducta y una reflexión individual. ¿Qué sucedería si pudiera compartirla con mis compañeros de trabajo y ellos conmigo? ¿Qué utilidad tendría esa información para nuestros jefes y directivos? ¿Qué beneficio podríamos generar?

Herramienta innovadora de medición de satisfacción
La herramienta desarrollada por NixonMcInnes que te propongo es aún un prototipo (versión 1.0), aunque ya ha generado modificaciones notables en las pruebas realizadas.
La tecnología que hace posible esta innovadora herramienta se compone de dos cubos y una cesta con pelotitas. Un cubo tiene una etiqueta con una S (Satisfecho) y el otro una I (Insatisfecho).
Funcionamiento: a) cada día, cuando el empleado termina de trabajar y abandona la oficina, toma una pelotita del cesto y la echa en el cubo que mejor refleje su nivel de satisfacción y b) cada día una persona se encarga de contar las pelotitas en cada cubo y anota los resultados en una hoja, que estará visible para todos. Finalmente, vacía los cubos en el cesto para permitir una nueva medición al día siguiente.

¿Qué crees que sucede?
Como habrás comprendido se trata de una herramienta de utilización muy simple y rápida, que además suministra datos casi en tiempo real (diarios) y de forma continua (día tras día, semanas, meses…) lo que facilita analizar las variaciones en el tiempo.
La consecuencia más inmediata es que estimula a cada empleado a realizar una breve reflexión sobre su satisfacción con su trabajo, lo que sin duda es una práctica efectiva.
A veces resulta obvia para todo el colectivo la razón por la que los resultados de un día son S o I, pero otras veces no es tan evidente. Esta herramienta sirve como una alerta y, desde luego, es un detonante de conversaciones sobre el particular.
Conviene tener en cuenta que cuando los empleados son consultados, generalmente esperan que se haga algo con la información que han facilitado. Por tanto, esta es una herramienta útil para las empresas o departamentos con mentalidad “abierta” a la participación y a la mejora continua. Esas organizaciones consideran bienvenidas las pelotitas en el cubo I. Todo lo contrario de las empresas con mentalidad “cerrada”, que no desean enfrentarse a esas conversaciones y adoptan la estrategia del avestruz.
Algunos consideran como una amenaza la posibilidad de que sus compañeros o su jefe les vea echando la pelotita en el cubo I. Una solución sería habilitar la herramienta en un lugar que permita cierta privacidad.
Otra lectura del mismo hecho sería ¿qué revela mi miedo a ser sincero a la vista de mi jefe? ¿Queremos, ambos, mantener esa situación indefinidamente? ¿Somos, ambos, conscientes del coste que en nuestra productividad tiene esa relación? ¿Cuál puede ser tu reacción si ves a un compañero echar una pelotita en el cubo I, cuando tú la echas en el S?
Generalmente puede que te intereses por sus razones (se dispara la conversación) con ánimo de ayudarle. Aumenta la intención de comprender y apoyar, una movilización de energías positivas y cohesionadoras en el equipo y en la empresa.
Son muchas y variadas las consecuencias que dispara esta simple y económica herramienta.

¿Crees que esta herramienta sería de utilidad en tu empresa o departamento?
Si tu respuesta es NO, evidentemente no será por la inversión a realizar, ni por su complejidad tecnológica o de implantación.
Si tu respuesta es NO seguramente hayas identificado una razón muy poderosa… en la que, tal vez, convendría que comenzaras a trabajar ya mismo.
Recuerda que promover tu satisfacción personal significa incrementar tu productividad, es decir, incrementar tus resultados.

“Toda la humanidad se divide en tres clases: los inamovibles, los movibles y los que se mueven”. – Proverbio árabe
Por cierto… ¿en qué grupo estás tú?

¿Qué te falta más en tu vida?

11 enero 2011 1 comentario

Dinero (39%), tiempo (27%), salud (17%), cariño (6%) y NS/NC (11%). Este es el resultado a esa pregunta de la encuesta de clima social en España (enero 2011), que Metroscopia ha realizado para el diario El País (9/1/11) y cuyos resultados tienen un margen máximo de error del 3,1 %.
La pregunta es cerrada, sólo permite la elección entre esas cuatro respuestas. Por tanto, mide la importancia relativa.

Como te puedes imaginar la respuesta que más llama mi atención es el 2º lugar que ocupa la “falta de tiempo”, bastante por delante de salud y cariño.
El desglose por tramos de edad para la falta de tiempo es: 39% para 18-34 años, 30% para 35-54 y 11% para > 56.
Es decir, a los más jóvenes les “falta más el tiempo” que a los más viejos.

¿Qué significa “me falta tiempo en mi vida”?
La encuesta no profundiza en este aspecto, por tanto vamos a especular.
Muchas personas utilizan la expresión “me falta tiempo, no tengo tiempo, si tuviera tiempo…”, para señalar la brecha existente entre sus deseos, para llevar a cabo sus tareas y proyectos, y su disponibilidad para poder ejecutarlos.
Es decir, tienen la sensación – y, tal vez, la convicción – de que podrían conseguir más cosas si no fuera por la limitación del recurso tiempo.
Generalmente esta creencia va acompañada de un nivel de desasosiego variable. Sentirse capaz de poder realizar tantas cosas y no poder hacerlas (sólo porque les falta tiempo) llega a generar ansiedad, que se transforma en agobio, frustración o estrés cuando se fuerzan, voluntaria u obligatoriamente, en tratar de cerrar la brecha entre lo que querrían o deberían hacer y lo que realmente pueden.
Gestionar “el tiempo” aparece entonces como una habilidad clave, no sólo en el ámbito laboral sino también en el personal.

Las malas noticias: “no puedes gestionar el tiempo…”
Puedes gestionar la falta de dinero, salud y cariño. Hay muchas cosas que puedes hacer para incrementar tus ingresos económicos, mejorar tu salud o no perderla y dar – y recibir – más cariño. Incrementar los ingresos de esos tres elementos depende exclusivamente de ti en un altísimo porcentaje.
Sin embargo, “el tiempo” es un elemento externo a ti. El día tiene 24 horas, ni una más. Tampoco sabes cuantos días de vida te quedan. El tiempo transcurre de forma uniforme e inexorable, tanto si realizas acciones como si no realizas ninguna. No puedes hacer nada con el tiempo. Ni pararlo, ni guardarlo, ni ralentizarlo…

Las buenas noticias: “… pero puedes gestionar tus acciones”
Esa es la clave. Olvídate del tiempo, que no puedes gestionar, y céntrate en lo que sí puedes gestionar: tus acciones.
Tú tienes plena autonomía para gestionar tus acciones, es decir, lo que eliges hacer y no hacer.
El mundo actual te ofrece un menú tan amplio de posibilidades que necesitas “seleccionar” las que eliges hacer, porque “no puedes” hacerlas todas.
Así, gestionar acciones significa, fundamentalmente, gestionar tu atención y tu energía.
Gestionar atención significa desarrollar tu habilidad de foco: ¿en qué tarea o proyecto vas a enfocar tu atención? Se trata de una pregunta clave para tu productividad, ya que los resultados que vas a conseguir dependen de donde “colocas” tu atención.
Gestionar energía significa ser consciente de los niveles de tus cuatro tipos de energía (física, emocional, mental y espiritual) para adecuar o seleccionar las tareas o acciones que podrías realizar en función de tus niveles de energía actuales, puesto que no todas las acciones requieren los mismos. También significa recuperar o “recargar” esos niveles a lo largo de la jornada para poder incrementar tu productividad, es decir, poder ejecutar las tareas más importantes, que requieren niveles más elevados de energía, porque son más largas, difíciles y complejas.

“No es el tiempo, estúpido”
Parece sano y deseable disponer de una ambición razonable para hacer y conseguir metas en la vida. No lo es desconocer o tolerar el desequilibrio entre lo que quiero y puedo.
Cuando cambias tu creencia y aceptas que lo que sí puedes gestionar es lo que haces – tus acciones – asumes, precisamente, la ‘respons-habilidad’ sobre tus acciones, es decir, sobre tu vida.
Se trata de un cambio difícil, ya que a partir de ese momento ya no podrás echarle la culpa de lo que no consigues al “tiempo”. Hasta ahora disponías de la “gran excusa”: “no lo he hecho porque no he tenido tiempo”, “si tuviera tiempo haría…”. Se trata de una respuesta “victimista”.
Las personas “responsables” se hacen cargo de los objetivos y metas que eligen realizar y, por tanto, de las acciones que necesitan ejecutar para conseguirlos. Y cada vez que dicen NO a una acción que no les acerca a sus objetivos, están diciendo SÍ a una que les conduce a ellos.
Si tu eres una de las personas a las que les “falta el tiempo” en su vida te sugiero que te replantees tu creencia sobre la relación que mantienes con él.

“Eres como eres porque esa es la forma en que quieres ser. Si realmente quisieras ser algo diferente, estarías en el proceso de cambio ya mismo.” – Fred Smith

Motivación y productividad

28 diciembre 2010 Deja un comentario

Para poder incrementar tu productividad necesitas un motivo. Su ausencia es, precisamente, la causa que provoca tantos intentos frustrados.

Cuando un individuo se inscribe en alguno de los distintos programas para incrementar su productividad, la primera pregunta que escucha es:
– ¿Para qué quieres incrementar tu productividad en la gestión de …?

Los puntos suspensivos se refieren al área o tema que ha elegido; por ejemplo, gestión de reuniones, correo-e, delegación, acciones, procrastinación, etc.

La colección de respuestas es variada, aunque como ya te imaginas la ‘namber uán’ es:
– Para no salir tan tarde.

Otra vez el paradigma de la gestión del tiempo…

Esa fue la respuesta que eligió Julián, el director de Informática de una multinacional inglesa, que como premio escuchó la misma pregunta, sólo que reconstruida incluyendo las mismas palabras de su respuesta:
– ¿Para qué quieres no salir tan tarde?
– Pues para llegar antes a casa. Casi nunca llego antes de las ocho y media.

El paradigma actúa como una lapa: el tiempo, la hora, el reloj… ¿Por qué esa obcecación con el tiempo?

Julián se ha ganado otra pregunta más:
– ¿Y para qué quieres llegar antes a casa. Para qué antes de las ocho y media…?

Julián mira al preguntador inquisitivamente porque no comprende a dónde conduce tanta repetición y, finalmente, responde:
– Pues para estar con mi familia.
¡Por fin! ¡Ya ha soltado la lapa!
Pero aún no es suficiente. Así que recibe otra más:
– ¿Y para qué quieres estar con tu familia?

Cuando escucha esta pregunta, Julián parece experimentar sentimientos de extrañeza y desconcierto. Por un lado el preguntador se está poniendo pesadito con tanto “para qué”. Y, por otro lado, esos “para qué” le empiezan a incomodar, porque le enfrentan a encontrar una respuesta que siente como comprometida y, en cualquier caso, bastante diferente a la que dio hace menos de un minuto: “para salir antes”.

Julián, ahora, hace una pausa, clava su vista en la mesa mientras piensa durante un momento y responde:
– Pues… porque quiero compartir una parte de mi vida con las personas que más quiero; mi pareja, mis dos hijos, mis padres…

Julián suspira hondamente, creyendo que su motivo está más claro que el agua.

Aunque es cierto que se está acercando, también lo es que aún no ha llegado. Así que recibe una nueva pregunta, pero esta vez introduciendo un qué en lugar del para qué:
– ¿Y qué significa, concretamente, compartir tu vida con…?

Julián fija de nuevo su mirada en el mismo punto, ahora lo ve claro y responde:
– Bañar a mi hija pequeña; jugar un rato con el mayor, que ya ha cumplido tres años; dedicarles a ellos y a mi pareja mi atención completa para disfrutar cuando estoy con ellos, porque ahora no estoy al 100% por culpa del móvil, el correo-e y los asuntos laborales que no consigo desconectar… Y también quiero incluir en esta lista la recuperación de mis aficiones que he aparcado hace tanto… la fotografía y el aeromodelismo. Y además quiero recuperar los partidos de tenis de los jueves con mis amigos, que también me sirven para mantenerme un poco más en forma, y…

Fijar objetivos
Existen unas cuantas razones por las que las personas no consiguen sus objetivos.

La primera es porque no llegan a fijarse el objetivo. Lo que llaman objetivo no es sino un deseo. La principal diferencia entre ambos es la voluntad o determinación en conseguirlo. Un deseo es algo que te gustaría que ocurriese y suena a un regalo, mientras que un objetivo es algo que tú vas a hacer que ocurra.

La segunda es la falta de motivación. Es necesario un motivo o elemento movilizador para poner en marcha tu voluntad y determinación. Los objetivos siempre tienen un coste que tienes que pagar y para romper la inercia necesitas el impulso de tu motivo. La claridad e intensidad del motivo son predictores de tu éxito.

Cuando Julián revisa la evolución de sus respuestas a la simple pregunta “¿para qué quieres …?”, comprende el diferente poder movilizador que ha generado con la última.

Yo le llamo “pregunta láser” a la técnica de repetir la misma pregunta construida sobre la respuesta anterior. Es como un láser que permite profundizar hasta alcanzar la motivación raíz. En este caso la del objetivo.

Acción recomendada
Establece, ahora mismo, un objetivo o revisa uno que ya tengas y con cuyo progreso no estés satisfecho. Escríbelo.

Aplica la técnica de la pregunta láser y escribe las respuestas que vayan saliendo.

Observa si la claridad y el efecto movilizador aumenta.
“La mente es el límite. Mientras tu mente pueda imaginar que puedes hacer una cosa, podrás hacerla realidad, siempre que la creas al 100%”. – Arnold Schwarzenegger

¿Cómo influye tu perspectiva del tiempo en tu productividad?

21 diciembre 2010 Deja un comentario

Tu tiempo es finito. El reloj de tu vida empieza a andar cuando naces y se para cuando mueres. Tu vida durará un número determinado de horas o días.
El reloj mide el tiempo objetivo (kronos). El tiempo objetivo es el mismo para todos: una hora dura sesenta minutos. Esta perspectiva – del tiempo objetivo – es en la que transcurre gran parte de tu existencia, por cierto, de una forma bastante inconsciente o automática.
Sin embargo, existe otra perspectiva del tiempo diferente, que llamamos subjetiva o psicológica (kairos), que se refiere a la forma en que cada uno de nosotros vivimos el tiempo. Una sensación única del paso del tiempo, que no puedes cuantificar ni compartir. Esta perspectiva explica que haya momentos que vives como muy largos o muy cortos. Generalmente te parecen largos los momentos desagradables y cortos los agradables.

La perspectiva del tiempo subjetivo es, según Philip Zimbardo, una de las influencias más poderosas en tu conducta y, por tanto, en tu productividad y tus resultados.

La paradoja (The Time Paradox) es que no eres consciente de que ejerce esa enorme influencia. Lo que equivale a decir que dispones de un control pequeño sobre la vida que vives y la que quieres vivir.

Durante cada uno de los días de tu vida te enfrentas a una gran cantidad de opciones en los distintos ámbitos de ella y realizas un número enorme de decisiones, la mayoría de ellas de forma inconsciente.

¿Cómo influencia tu perspectiva del tiempo esas decisiones?Las decisiones se toman siempre en el ahora (presente) y dan lugar a la realización de una acción. Y ya sabes que toda acción genera un resultado.

Según Zimbardo cuando lo que influencia los dos procesos anteriores (decisión y acción) es una situación o estimulación inmediata, decimos que el individuo está orientado al presente. En el caso de que la estimulación que influencia tus procesos de decisión y acción sea un recuerdo, decimos que el individuo está orientado al pasado. Y, finalmente, cuando considera las consecuencias futuras (análisis de coste-beneficio), lo llamamos orientado al futuro.

Un ejemplo para esos tres tipos de orientación. “Podría hacerme un seguro, como me recomendaron mis padres, pero mejor me gasto ese dinero en irme de vacaciones cada año”. “Me haré un seguro, mis padres siempre me lo recomendaron”. “Me haré un seguro, así tendré un capital extra cuando me jubile”.

Recuerdos y consecuencias anticipadas son abstracciones construidas por ti, sólo existen en tu mente y tienen un amplio margen de error.

Sin embargo en el mundo real no existen esos tres modelos puros, lo que existe es una línea continua que conecta esos tres estados y en la que cada uno de nosotros nos expresamos en grados distintos, lo que llamamos nuestro perfil de perspectiva del tiempo subjetivo.

Zimbardo define seis factores de perspectiva del tiempo para caracterizar todo ese espectro, al desdoblar cada uno de los tres estados anteriores (pasado, presente y futuro) en dos polos de influencia: positiva y negativa.

Si tienes interés en conocer tu perfil de perspectiva de tiempo subjetivo puedes cumplimentar el auto-cuestionario ZTPI (en inglés) que ha desarrollado. También dispones de su interpretación y de la comparación con lo que estima es un perfil óptimo. Los índices de correlación han sido valorados como muy buenos.

¿Para qué te sirve conocer tu perfil?
Conocer tu perfil, su interpretación y comparación con el óptimo, te permite, en mi opinión, disponer de una foto de dónde te encuentras. Ese es el primer beneficio, incrementar tu consciencia para reconocer, con mayor efectividad, cómo estás viviendo tu vida.

El segundo beneficio es, ahora y a la vista de la información que posees, poder reflexionar y elegir cambiar aquello que no te guste o eches en falta o estimes desequilibrado.

Cuando conoces y comprendes esas perspectivas o zonas, puedes elegir evitar las influencias mentales que te mantienen demasiado atado al pasado, demasiado enfocado en la gratificación inmediata del presente u obsesionado con tus metas del futuro.

Esta herramienta te facilita conocer y comprender, por ejemplo, dónde viven las razones que explican que “no tienes tiempo”, y te ayudan a encontrar los senderos para elegir flexibilizar o modificar tu perfil.

También te ayuda a comprender la gran cantidad de etiquetas equivocadas que colocas a tantas personas, sólo porque su perspectiva de tiempo subjetivo es diferente a la tuya. Etiquetas que no sólo pueden perjudicar a los etiquetados, sino que también reducen tus posibilidades y, en muchas ocasiones, generan conflictos entre vosotros.

Otros viven en permanente confusión entre su tiempo subjetivo y el objetivo, rechazando este último porque consideran que el subjetivo es el único válido porque “forma parte integral de quién soy”, sin comprender que no es más que un constructo de su cultura, familia o desarrollo personal.

Incrementar tu consciencia sobre la influencia que ejerce tu perspectiva subjetiva del tiempo sobre tu productividad y resultados equivale a incrementar tu control sobre la vida que vives y la que quieres vivir.

¿Para qué sirven los jefes?

14 diciembre 2010 5 comentarios

Una de las principales inquietudes o intereses de casi todos los directivos y jefes es conseguir la motivación de sus empleados.
Sabemos que la motivación es el combustible que alimenta el rendimiento y, por tanto, los resultados esperables.

Esta inquietud está realmente bien fundamentada, ya que existen numerosas encuestas que, invariablemente, demuestran con claridad los bajos niveles de motivación de los empleados en muchas empresas y países.
Por eso me hago la pregunta del millón: “¿Qué puedo hacer para motivar a mis colaboradores?”.
¿Recordáis la definición de motivación?: “tener un motivo para accionar”. Las personas que tienen motivación “accionan” voluntariamente – no necesitan que las empujen – y, más importante, “accionan” con gusto, porque el motivo siempre incorpora un elemento propulsor e ilusionante. Y son contagiosas.

Los individuos motivados consiguen más y, también, disfrutan más. El logro atractivo, perseguido y conseguido genera satisfacción. La satisfacción genera auto-confianza primero y auto-eficacia a continuación. El individuo construye, así, un círculo virtuoso. Vivir en este círculo es, además, económico – requiere sólo un pequeño esfuerzo de mantenimiento.
De modo que con estos argumentos ya sólo necesito conocer el motivo que encandilará a mis empleados.

¿Café con leche para todos?
Éste es el primer error. No hay que imaginarlo, suponerlo o descubrirlo. Es mucho más sencillo: preguntarlo. Cada persona tiene el suyo.
Como este asunto es relevante, es importante dedicar toda la atención y esfuerzo para establecer una “conversación” independiente con cada uno de ellos. Asegurarse de enfocar en “sus” intereses, preferencias y prioridades, evitando caer en las propias. Resultará muy sencillo si se emplean tres de las habilidades que, como jefe o directivo, se supone están suficientemente desarrolladas: asertividad, empatía y preguntas.

Cuando los jefes y directivos mantienen este (¡infrecuente!) tipo de conversación descubren… el eslabón ignorado.
Antes de motivarse el individuo necesita sentirse implicado.
Implicación es un concepto amplio, porque incluye un gran número de elementos, y personalizado, porque cada persona lo vive a su manera.

El objetivo es ahora continuar la conversación para conocer y entender qué hace que cada colaborador se sienta implicado.

Sabremos que la conversación ha sido útil si escuchamos peticiones (sinceras) de este estilo: cuenta con mi opinión en la toma de decisiones; escúchame más y mejor; reconocimiento y recompensas relacionadas con mi rendimiento (además de con mis resultados); oportunidades de progresión; desarrollar mis habilidades; integridad de mi jefe; ambiente laboral en el equipo y empresa; dime lo que quieres que consiga – no cómo hacerlo; dame poder – confía en mí; comunícate más y mejor conmigo – dame menos órdenes; respétame – no menos que tu a tu jefe – …

Para poder escuchar esas peticiones es necesario ganarse su confianza.

Y si las hemos escuchado es porque el individuo ha dado un paso adelante. El mensaje subyacente es: “me parece que me estás invitando a pasar de empleado a colaborador; acepto”.
Recordemos que lo máximo que podemos conseguir de un empleado es su eficiencia. De un colaborador su voluntad e ilusión. Decidamos qué queremos y actuemos de forma coherente.

La motivación – y la necesaria implicación previa – es autogenerada por cada individuo. Es su decisión. No la nuestra.

nos corresponde generar el entorno favorable para que él pueda elegir. La actitud, comportamiento y coherencia establecen la oportunidad para que los empleados elijan querer ser colaboradores en lugar de empleados.
Los colaboradores van a la empresa a conseguir. Los empleados sólo van a trabajar.

Falta de CLARIDAD e IMPRECISIÓN en el lenguaje – Píldoras de Productividad Personal (PPPs)

7 diciembre 2010 Deja un comentario

Todas las canciones tienen su estribillo. Sí, ese mensaje que se repite varias veces. En esta serie de post (Píldoras de Productividad Personal -PPP-) sobre el Lenguaje y Productividad, el estribillo es que el lenguaje no es inocente. Cualquier cosa dicha es dicha por alguien y, siempre, con una intención. El que la intención pueda ser inconsciente no resta validez ni trascendencia a ese estribillo.

A veces utilizas un lenguaje impreciso y poco claro, como cuando dices: “bueno sí, parece como si…”, “es un poco importante…” o “una especie de…”. La utilización de expresiones como éstas, no son sólo imprecisas y ambiguas, reflejo de una mejorable habilidad en el manejo del lenguaje, sino que en bastantes ocasiones son sintomáticas en personas que asumen pocas responsabilidades. Es, también, una forma de rebajar las expectativas que puedes crear. Pretendes limitar tu nivel de compromiso. En definitiva, minimizar tu responsabilidad.

Cuando hables de cosas que importan, por ejemplo de objetivos, elige utilizar un lenguaje directo, sencillo y poderoso. No es lo mismo decir, y escuchar, un “podríamos hacer una especie de campaña promocional…”, que un “haré una campaña promocional basada en tres ejes…”

Elimina de tu vocabulario las formas ambiguas – Píldoras de Productividad Personal (PPPs)

16 noviembre 2010 2 comentarios

¿Habías escuchado alguna vez que lo que decimos conforma nuestro pensamiento, y que éste diseña nuestras acciones, que son las causantes de los resultados que conseguimos? ¿Que el lenguaje no es inocente?

Pues aplícate el cuento y date una toba mental o real cada vez que te escuches diciendo, o diciéndote, frases como “lo que hay que hacer…”, “se necesita conseguir más…” o “no se conoce la tasa de penetración del producto XZ…”.

Recuerda que los verbos de acción necesitan un sujeto que la ejecute. Las acciones no se realizan solas. ¿Quién es el responsable de la acción?

Esa utilización del lenguaje es sintomática de personas que no asumen suficiente responsabilidad.

Por el contrario, los individuos que asumen responsabilidad emplean un lenguaje directo, poderoso, sencillo y en presente de indicativo, y se expresan con: “lo que voy a hacer…”, “necesito conseguir más…” o “no conozco aún la tasa de penetración de…”.

Acción
Cuando hables, concéntrate en esa acción para incrementar tu nivel de consciencia y, así, podrás escucharte y observar el lenguaje que empleas. Evita el neutro y si se te “escapa” rectifica en el acto.

Incorpora este hábito positivo a tu arsenal y a no tardar podrás comprobar cómo el simple hecho de “sentirte” más responsable provoca un incremento real de tu responsabilidad. Y las personas más responsables son más productivas.

Elimina de tu vocabulario el verbo INTENTAR – Píldoras de Productividad Personal (PPP’s)


Lo que decimos – y cómo lo decimos – impacta significativamente en nuestra forma de pensar y en las acciones que realizamos. El lenguaje no es inocente.

Se puede definir una empresa como una red de conversaciones que tienen el objetivo de alcanzar acuerdos y compromisos. Finalmente, la empresa es una red de compromisos. De forma simplificada: la cuenta de explotación es el documento que resume, anualmente, esos compromisos. Unos se comprometen a generar unos ingresos y otros a incurrir en unos gastos para, al final, obtener determinados beneficios. Esas promesas de beneficios conforman el valor de la empresa. Cuanto mayores son los compromisos, mayor es la cuenta de explotación. Gracias a esos compromisos las empresas contratan o despiden, realizan inversiones o desinversiones, etc.

En las empresas bien dirigidas los empleados cumplen sus compromisos y los resultados no se suelen desviar del 100% más que en décimas o alguna unidad.

La palabra clave es compromiso, que significa “haré lo que sea necesario para alcanzar el resultado pactado”. En esa definición la palabra clave es “necesario”, que significa “lo posible y lo imposible”.

La perspectiva del Actor
Cuando alguien, por ejemplo tu jefe, te pide que esta semana hagas algo, por ejemplo cerrar dos ventas o terminar el informe de estrategia o solucionar el funcionamiento de tal aplicación informática, y tu le contestas que sí, que lo “intentarás”, lo que le estás diciendo es “no te preocupes, haré todo lo que me sea posible para conseguirlo, todo lo que esté en mi mano…”.

Evidentemente, eso no es un compromiso. Y la diferencia está muy clara.
El que se compromete hará “lo posible y lo imposible”, mientras que el que intenta hará sólo lo posible.

El que se compromete, se compromete con el resultado – cerrar dos ventas, entregar el informe o la aplicación informática funcionando.

El que intenta se compromete, sólo, con la acción – no con el resultado, que es la consecuencia de las acciones. Su compromiso es INTENTAR.
El que se compromete no necesita entregar explicaciones ni excusas porque entrega resultados.
El que intenta y no consigue el resultado, entrega sólo explicaciones y excusas, que describen todo lo que ha hecho. Generalmente, se queda tranquilo porque ha hecho todo lo que era posible para él y, además, ha cumplido la promesa a su jefe porque lo ha “intentado”.

“Lo intentaré” expresa con claridad tu desconfianza en el logro. Es una puerta de escape para la eventualidad de que no lo logres. “Lo importante es intentarlo” otra frase típica de los perdedores, que intenta mitigar el fracaso.

La perspectiva del jefe
El jefe se siente confiado cuando su colaborador se compromete y podría echarse a temblar cuando escucha un “no te preocupes, lo intentaré”.

Lo imposible
Esta es la clave. Lo imposible es lo que no es posible ahora para ti. La experiencia te demuestra que lo que en un momento no era posible, más adelante llegó a ser posible. Cuando se te agotan todas tus “posibilidades” puedes hacer dos cosas. Una es la que hacen los que “intentan”, nada. Ya has terminado. No se te ocurre nada más.

Otra es la que hacen los que se comprometieron con el resultado. Lo imposible es pedir ayuda. Si no sabes cómo-para ti es imposible – ¿quién lo sabe?, ¿quién podría ayudar?, ¿qué recursos necesitas – y no tienes ahora a mano – y cómo puedes acceder a ellos?

Esa diferencia en actitud – continuar o detenerse en la búsqueda de soluciones – está determinada por el lenguaje. Porque no es lo mismo comprometerte con hacer algo o con los resultados de esas acciones. No es lo mismo intentar que conseguir.

Supongo que más de un empleado temblaría si el responsable de pagar las nóminas le dijera “no te preocupes, este mes intentaré pagar las nóminas”.

Acción
Toma la determinación de eliminar de tu vocabulario el verbo “intentar” y sustitúyelo por otro que exprese tu compromiso con el resultado, como por ejemplo, “me comprometo”.

Cuando lo hagas observa qué sensaciones y emociones te produce. Reflexiona y gestiona esas emociones. Compártelas, si eso te puede ayudar. Observa los cambios en tus actitudes.

Igualmente observa las sensaciones y emociones que experimentas cuando, después de haber decidido eliminar el verbo “intentar” y usar en su lugar “comprometer”, sólo lo “intentas”. Pregúntate que significan.

Te invito a compartir tus logros y obstáculos compartiendo aquí tus comentarios.

El móvil puede apagarse – Píldoras de Productividad Personal


En este post les invito a conocer los mayores descubrimientos del Siglo XXI…en Productividad Personal. En esta ocasión hablaré del móvil y sobre cómo, en algunas ocasiones, se convierte en una barrera para incrementar nuestra productividad profesional.


En esta serie revisamos algunos de los descubrimientos que están cambiando el mundo… o casi.
A las 7:00, nada más despertarse, Pascual supo que aquel día marcaría un antes y un después en su vida.

El gran descubrimiento empezó a fraguarse. Ese día decidió hacer algo distinto, una prueba. No encendió su móvil al salir de la ducha como era su costumbre. Así que desayunó con tranquilidad, conversando con su esposa y concentrándose por primera en lo que ingería y cómo lo hacía.

Condujo disfrutando la suave y relajante música de Coldplay… sin interrupciones.
Una vez hubo aparcado conectó su móvil. Dos mensajes. Su jefe y un colaborador. Mientras se dirigía a su despacho resolvió el primero.

Mientras conectaba su ordenador para echar un vistazo a la agenda del día, contestó el segundo.
Siempre ‘agendaba’ la tarea más importante para el inicio de la jornada, cuando más energía tenía. La de hoy era preparar el primer borrador del Plan de Formación en base a las líneas estratégicas aprobadas. Había reservado una hora y media, hasta las diez. En ese momento volvió a hacer algo extraordinario, desactivó su móvil y el fijo, manteniendo las funciones de recepción de mensajes.

A las diez terminó su tarea y sintió una gran satisfacción al comprobar la cantidad y calidad del trabajo que había realizado. Reflexionó sobre el nivel de concentración que había mantenido, gracias a haber eliminado las fuentes de interrupción y le costó recordar la última vez que vivió una experiencia similar.

Empleó un cuarto de hora en escuchar los 9 mensajes recibidos y en responder 4. Decidió no contestar las otras 5 llamadas. Se felicitó por haber evitado 9 interrupciones.

A las 10:30 tenía reunión con su equipo. Decidió procesar correo-e hasta entonces.

La reunión empezó en punto, como era habitual, pero aquel día instruyó a sus colaboradores para apagar los móviles durante la misma. Las miradas de sorpresa e incredulidad sólo desaparecieron cuando les explicó el para qué. No así la intranquilidad que percibía en sus colaboradores, extrañados todavía por la aventurada y arriesgada decisión de su jefe.

Una hora después dio por terminada la reunión y pidió a sus colaboradores una ronda de feedback sobre los niveles de concentración e involucración que habían observado en ellos mismos y en los demás. También acerca de los resultados conseguidos en la reunión y la calidad de los mismos. Escuchó los datos y hechos que demostraban gran satisfacción.

Al salir todos conectaron sus móviles. Camino de su despacho paró en el dispensador de agua. Elena, su colega jefa de compras, también se acercó con la misma intención, Pascual le preguntó por su hija que ayer se encontraba con fuertes jaquecas. Mientras mantenía esta conversación, sonó su móvil. Como si fuera una costumbre bien arraigada desatendió la llamada, manteniendo su atención en la conversación con Elena. Ésta, sorprendida, le hizo un gesto como invitándole a contestar la llamada. La respuesta de Pascual la dejó asombrada primero y reflexiva más tarde: “ahora estoy contigo, Elena, y no pienso romper este momento por no se qué ni quién”. Un minuto después, cuando se despidieron, Pascual revisó el mensaje.

Aquel día Pascual siguió practicando ese nuevo comportamiento y cuando terminó la jornada, se sentó en su despacho durante 5 minutos para repasar el impacto que ese gran descubrimiento había tenido en su día. La evaluación fue muy positiva por lo que decidió repetirla al día siguiente.