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La inexistente reivindicación que existe en las empresas
Este año los aficionados al fútbol hemos disfrutado viendo cómo ha resurgido un gran equipo que ha sido capaz de ganar una liga y estuvo a punto de ser campeón de Europa y eso gracias al empeño y trabajo de un grupo de hombres liderado por el «Cholo», un líder que ha sabido como nadie evitar quejarse de lo que encontró cuando llegó al club y se puso a trabajar para reivindicar el potencial del equipo humano que podía ganar si era capaz de motivarse y trabajar para ello.
Esta semana nuestro colaborador Ángel Largo en su artículo Quejarse versus reivindicar nos recuerda que «Las redes sociales nos han acercado a las fuentes de toma de decisión y han obligado a nuestros gobernantes a escuchar y decidir en función de la «voz de muchos». La unión de personas genera movimientos para cambiar las cosas. Si entre muchos buscamos favorecernos unos a otros la revolución social es absoluta. Eso es lo que llamo Reivindicar, que se trata de solicitar algo que es de justicia de manera que nuestra petición quede reflejada en acciones concretas que queremos y deseamos haga la parte a la cual nos dirigimos en nuestra reivindicación».
Sería bueno que ese espíritu de superación y esa actitud para trabajar de forma orientada a un fin común empezase a entrar en las organizaciones en las que trabajamos, para que empecemos a ser capaces de dejar a un lado la queja estéril, que lo único que hace es aumentar la desmotivación, para dar paso a tener una dinámica crítica que reivindique devolver el protagonismo que tiene el talento en las empresas, sin menoscabar la calidad del empleo y precarizar más aun el maltrecho marco actual de relaciones laborales.
Es necesario que tratemos de salir de la desafección afectiva que ha traído aparejada la crisis y en la que nos encontramos, para descubrir la actitud reivindicativa como el primer paso para cuestionarnos, desde una conciencia crítica, que las cosas no deben ser como son, sino que pueden y deben mejorar y que depende de nosotros que esto suceda, porque al fin y al cabo tenemos voz y voto, a pesar de que algunos decidan no aprovechar la oportunidad de ejercerlo porque piensen que nada puede cambiar.
Y eso como dice el «Cholo» se gana partido a partido, es decir, día a día; así que va siendo hora de trabajar para que nuestro capital humano sea la mejor versión de sí mismo.
Saludos cordiales.
Equipos comprometidos, equipos altamente motivados
El otro día llegué un poco antes al entrenamiento de fútbol de mi hijo. Fue una magnífica oportunidad para ver y recordar cómo podemos aprender de los niños la capacidad de disfrutar, de compartir, de formar equipo y, sobretodo, de «sentir los colores», contando sólo con seis años de edad.
El que más y el que menos ha jugado algún juego de equipo y sabe la importancia que tiene cada uno de sus miembros, así como la necesidad de un líder que los guíe. También sabemos que el buen ambiente es la mejor semilla para que se cree un buen clima y de esa forma ganamos compromiso y motivación ¿Acaso no podríamos aplicar estas mismas premisas en las empresas en las que trabajamos para que los empleados sientan que no son un mero recurso?
Según Roberto Luna en su artículo Cuando un equipo comparte emociones … Más con menos nos recuerda que «es un buen momento para formarnos todos, para ganar empleabilidad, para aprender aquello que no podíamos, pues la acción hacia las estrategias de desarrollo han caído «algo», pero no por ello debemos abandonar el seguir mejorando como profesionales. Es el mejor momento para hacer más con menos, y seguir estando desde la más absoluta profesionalidad y desarrollo. No tendremos tanta inversión en gestión del talento pero podemos seguir aprendiendo nuevas herramientas».
Los empleados necesitan saber que forman parte de la empresa y que todos reman en la misma dirección para conseguir que la organización gane en productividad y competitividad.
La crisis no puede ser la excusa para no seguir valorando a los empleados en su justa medida y eso no necesariamente se traduce en coste sino en otras formas creativas que le hagan saber que contamos con ellos y valoramos positivamente el valor añadido que aportan diariamente.
En terminología típica de semana santa, se trata de que los responsables del talento en las organizaciones han de ser como los capataces de las cofradías que saben dirigir con precisión y acierto el movimiento pausado, pero firme de sus hermanos, para evitar que caiga el paso que llevan en sus espaldas. La penitencia es dura, pero solo desde la creencia en el capital humano las empresas podrán salir fortalecidas de los momentos difíciles actuales.
Saludos cordiales.
Cuando dejamos que la ilusión entre sin cortapisas en las organizaciones
Parece ser que la crisis sigue siendo el tema estrella de una «agenda setting» desde un discurso derrotista y pesimista que mina el ánimo de las personas día a día.
Es cierto que no son tiempos fáciles para las empresas pero eso no es óbice para que éstas no dejen de apreciar el valor añadido que aportan las personas e imaginen nuevas posibilidades para que éstas se desarrollen de forma adecuada.
Seguimos con unas tasas de desempleo dramáticas, nuestros jóvenes viajan a países que les ofrezcan un mejor futuro, la desigualdad social se hace cada vez más evidente. pero no podemos ni debemos darnos por vencidos.
Las organizaciones han sido invadidas por el miedo y el temor y es el departamento de RRHH el que debe promover un cambio de actitud y convertirlos en ilusión y motivación. El pasado no lo podemos cambiar, pero si trabajamos el presente con honestidad, solidaridad, igualdad, equidad y ética, estamos construyendo un futuro mejor porque esos y no otros valores son los que hemos de recuperar, defender y preservar.
Esta semana nuestro colaborador Ángel Largo nos recuerda que «en estos precisos instantes el que más y el que menos necesitamos unas dosis de ilusión y de motivación extra. Hay días que parecen muy complicados, retos que parecen imposibles de alcanzar y adversidades que nos hacen mucho más duro el camino. Pero si escuchamos a personas que lograron superarse, que hicieron de una adversidad una oportunidad, y que consiguieron retos que nos parecen enormes, entonces recuperamos algo de aliento y vemos que puede ser posible aquello que nos proponemos.»
Pienso que recordamos lo que elegimos así que ya va siendo hora que empecemos a trabajar para a motivar e ilusionar a los empleados y así estas personas valiosas sentirán que el éxito de la empresa les pertenece y lucharán con todas sus fuerzas y sus fortalezas para dar lo mejor de sí mismas.
Tenemos el poder de cambiar el signo de los acontecimientos, así que es hora de mudar el gesto taciturno por uno motivador y conciliador que empieza por un pequeño gesto, como puede ser recobrar la ilusión perdida, continuar con motivación perseverante y que todo apunte, si las cosas las hacemos co(n) razón un final esperanzador para todos.
Saludos cordiale.
Los conflictos y el diálogo
Para aquellas personas que diariamente tenemos la costumbre de leer la prensa sabemos que vamos a encontrar entre sus páginas historias de y entre personas donde el conflicto suele ser una constante. El conflicto es algo inherente en las personas y eso no es negativo, si pensamos que éste puede ser una oportunidad para el diálogo, el entendimiento y el consenso.
Hace pocos días nos ha dejado el primer presidente de un gobierno democrático en España, Adolfo Suárez, qué supo como nadie lidiar los conflictos con dos herramientas imprescindibles: el diálogo y el consenso. Además supo conducir con maestría inexperta, ya que apenas contaba con 43 años, pero con una incombustible vocación de servicio, uno de los periodos más difíciles de la historia más reciente de España: la transición a la democracia.
Esta semana nuestro colaborador Ángel Largo en su artículo Gestión de Conflictos nos habla de cómo » la productividad, la implicación, la motivación y finalmente el despido o bien la perdida de talento no deseado depende en gran parte de cómo se pueden gestionar estas situaciones. Generar un Manual de Gestión de Conflictos al que se pueda acudir y que forme parte de los Valores y de la Cultura de la organización sería algo que evitaría muchas situaciones desagradables y finalmente los altos costes que supone un conflicto para toda la organización y la erosión de la motivación de las personas.»
Hoy día es necesario que los responsables del talento sepan comprender que los conflictos que se suceden en las empresas son, principalmente por una falta de comunicación clara, fluida y coherente en la que los agentes implicados desconocen las necesidades unos de los otros y provocan incertidumbre, desmotivación y falta de compromiso.
Hemos de saber cambiar la connotación negativa que hemos asignado injustamente al conflicto para entender que éste es una invitación para mejorar la capacidad comunicativa y mediadora de las personas. Se trata de no imponer criterios sino consensuar decisiones pactadas.
La buena salud de una empresa no solamente se refleja en un balance de cuentas saneados sino en el compromiso que ésta adopta frente a su capital humano.
Acabo parafraseando las acertadas palabras con las que acababa uno de sus discursos el presidente Suárez que pueden servir de guía e inspiración a todas y cada una de las empresas que tienen la valentía de seguir creyendo en las personas:
«y permitidme para terminar que recuerde los versos de un autor español:
«Está el hoy abierto al mañana
mañana al infinito
Hombres de España:
Ni el pasado ha muerto
Ni está el mañana ni el ayer escritos.»
Saludos cordiales.
Pedir ayuda
Parece ser que hoy en día eso de pedir ayuda no está bien visto porque nos han hecho creer que esa actitud es una muestra de debilidad y, por lo tanto, inadmisible si queremos que nuestra imagen poderosa no se vea afectada por ello.
Esta afirmación resulta cuestionable ya que si pensamos, más bien poco, nos damos cuenta que las personas no somos islas sino seres sociales que necesitamos unos de los otros para poder avanzar y aprender a lo largo de nuestras vidas.
Sin embargo, estamos insertos en una sociedad en la que la participación y cooperación son todavía visiones utópicas de un presente construido desde y para la competencia.
Esta semana nuestro colaborador Ángel Largo en su artículo Sufrir en silencio nos recuerda la importancia que tiene el hecho de solicitar ayuda no solamente en el ámbito laboral sino en cualquier ámbito de nuestras vidas. Según sus palabras » Nadie somos superhéroes ni podemos con todo. Si estamos sufriendo por algo debemos hablar con alguien, arrojarlo y soltarlo al exterior y solicitar ayuda. El «yo puedo con todo» ha supuesto muchas catástrofes en la historia de la humanidad.»
Hace unos días nos dejaba un artista universal, Paco de Lucía, que supo ser el mejor embajador del flamenco de todos los tiempos porque supo ganarse el respeto y la admiración de todo el mundo mostrando su sensibilidad, gracias al sonido inigualable e irrepetible que arrancaba de su guitarra, a pesar de las dificultades que encontró por el camino.
Un Maestro nacido en una humilde familia de Algeciras que gracias al providencial regalo de una guitarra que le hizo un tío suyo cuando contaba con 11 años aprendió que la música podía ser el mejor reclamo para pedir ayuda y mejorar la existencia de los suyos.
Pedir ayuda es reconocer el valor que los demás me pueden dar para ser todos mejores. Pedir ayuda significa no estar solo es sentir que todos formamos parte de un equipo. Pedir ayuda es un acto de valentía inteligente que ya va siendo hora que incorporemos en el listado de valores que deberían presidir en las organizaciones de las que formamos parte. Una excelente lección de liderazgo, ¿no les parece?
Saludos cordiales.
Silencio por favor, estoy trabajando
Tengo el convencimiento que la mayoría de personas estamos de acuerdo en la necesidad de estar tranquilos para concentrarnos en las tareas que estamos realizando en cada momento. Quizá los «temidos ladrones del tiempo» como son las llamadas, los correos y las reuniones no previstas que irrumpen cual sunatmi, provocan que atendamos y dirijamos nuestra atención de una forma inadecuada.
Es necesario tomar conciencia que la productividad de un profesional se ve afectada y disminuye si tiene elementos distractores ambientales que bloquean el nivel de concentración que requiere el trabajo que va a poner en marcha.
En palabras de nuestro colaborador Ángel Largo en su artículo Así no hay quien se concentre, afirma que Un Director de Recursos Humanos, buen amigo y mejor profesional, me decía que para analizar la legislación laboral y los posibles casos de conflictividad en su compañía, y os aseguro que se trata de una empresa muy conflictiva, se encerraba y pedía a sus colaboradores absoluto silencio para poder concentrarse en la lectura. Estoy convencido que eso le ha servido para ser más diligente en su trabajo y poder hacer las cosas con mayor ratio de éxito.
Las personas necesitamos un ambiente tranquilo que invite a pensar, a colaborar, a participar y respetar el espacio y tiempo de sus compañeros y superiores para conseguir que podamos aportar valor añadido a nuestro trabajo.
Hemos de ser exigentes, pero flexibles con nuestro tiempo; hemos de planificarlo y aceptar que puedan haber cambios. Hemos de fomentar encuentros y reuniones planificadas y con un orden de temas a tratar y que no sean fruto del azar; hemos de encontrar tiempo para pensar en qué estamos haciendo y cómo podemos mejorarlo. Hemos de buscar tiempo para divertirnos con lo que hacemos porque al estar motivados seremos más competentes.
En definitiva, descubramos la necesidad de la serenidad que nos proporciona el silencio en las organizaciones porque parafraseando a Nietzsche «el camino a todas las cosas grandes pasa por el silencio».
Saludos cordiales.
Imaginando nuevas oportunidades
Esta semana tengo la gran responsabilidad y oportunidad de explicar a un foro un tanto peculiar formado por veinticinco niños y niñas de seis años cuál ha sido y es mi trayectoria profesional, o lo que es lo mismo, qué he hecho y hago para ganarme la vida. Este gran reto ha supuesto para mi ser consciente de cómo la función de RRHH ha evolucionado al igual que yo mismo desde que decidiese iniciarme hace 30 años contando para ello con una licenciatura en mi caso de derecho y con una gran motivación por saber los entresijos de una desconocida función como era la dedicada a los Recursos Humanos en ese tiempo.
Siguiendo el testigo de la originalidad del más famoso cuarteto musical que ha tenido la historia, The Beatles, al ofrecer su último concierto juntos desde la azotea del edificio donde se encontraba el estudio de grabación y ensayo hace ya cuarenta y cinco años, he preparado un speech lleno de magia que me ha servido para renovar mi confianza en la importancia del factor humano como único motor que puede y debe cambiar el rumbo de la historia en las organizaciones que es capaz de derrotar al temido enemigo al que nos enfrentamos: la crisis.
Precisamente esta semana nuestro colaborador Andrés Ortega en su artículo 10 comportamientos que crean culturas innovadoras afirma que para innovar fundamentalmente hay que tener comportamientos diferentes y, cambiar comportamientos implica cambiar hábitos.y, cambiar hábitos implica esfuerzo y determinación de una manera sostenida en el tiempo. Un precio que muchas organizaciones y muchos profesionales no están dispuestos a pagar, aunque sean plenamente conscientes de las consecuencias asociadas a mantener inamovibles sus estrategias, procesos y.claro está, sus comportamientos.
Eso sí, sin que estos cambios supongan un recorte irracional de derechos y salarios que hagan inviable la apuesta por el talento y su desarrollo en las organizaciones.
Es hora de empezar a imaginar nuevas oportunidades económicas y sociales porque éstas son, de forma indubitada, el germen necesario para un futuro esperanzador para todos. Y parece ser que la ciudadanía ya da muestras de ello como hemos visto recientemente con el tema de la obra del bulevar de Gamonal, la paralización de la privatización sanitaria de Madrid, entre otros.
Saludos cordiales.
Aprovechar el potencial de las segundas oportunidades
Resulta curioso que la mayoría de gente piense que hay problemas tan graves y complejos que no tienen solución, tal vez porque les hayan mal acostumbrado a enquistarlos y a no dedicarles el tiempo que se merecen para buscar soluciones y ponerlas en marcha. Muchos ejemplos pueden ilustrar esta afirmación como son el hambre, la pobreza, el desempleo y tantos otros que tendemos a pensar, a priori, como irresolubles; sin embargo eso no es cierto.
Precisamente hace poco leía las conclusiones de un estudio elaborado por una prestigiosa ONG que afirmaba que la erradicación del hambre no es una utopía sino que podría ser una realidad si somos capaces de tomar un conjunto de acciones que conduzcan a concienciar a todos los estados del mundo a asumir una serie de responsabilidades y políticas comprometidas orientadas a tal fin. Podemos y debemos darnos una segunda oportunidad para conseguir este gran objetivo.
Aterrizando en la realidad de nuestro país y centrándonos en la problemática del desempleo, pensamos que una persona como individuo no puede cambiar las cosas, pero nos volvemos a equivocar porque nuestra historia más reciente nos dice con ejemplos, muchos de ellos positivos como fue el caso de Vicente Ferrer, que supo entender que con un trabajo se les devolvía la dignidad a las personas y que, gracias a ello, empezaría a escribir un presente más solidario, ético y comprometido porque creían en el poder que tienen las segundas oportunidades.
Esta semana nuestro colaborador Ángel Largo en su artículo Dar una segunda oportunidad nos ilustra con dos experiencias propias cómo aprendió a comprender el valor de los errores y «a no prejuzgar a las personas, ni clasificar a nadie por lo que ha sido anteriormente o lo que ha hecho en el pasado. Y sobre todo a dar una segunda oportunidad a las personas, aun teniendo un pasado de errores, ya que las circunstancias pueden ser cambiantes, o bien las personas pueden reaccionar positivamente ante un error cometido y reconocido.»
Estamos demasiado acostumbrados a justificarnos diciendo que no hacemos nada porque no sirve de nada y de esta forma seguimos perpetuando una sociedad cada vez más desafectada y desmotivada, a excepción de algunos movimientos sociales y civiles que parecen erigirse con una voz y conciencia crítica.
Ya va siendo hora que desterremos los prejuicios y nos pongamos a pensar y actuar para/con las personas en nuestras organizaciones, ¿no les parece?
Saludos cordiales.
La magia de pensar y actuar diferente
En alguna ocasión he comentado que en uno de mis primeros trabajos se me exigía hacer un vaciado de una media de docena de diarios para que la empresa que me contrató supiese en todo momento cuáles eran los temas económicos, empresariales, sociales y políticos del momento.
Esta tarea que, a simple vista, puede resultar tediosa, fue un gran aporte para entender y comprender las circunstancias que nos rodean, además de permitirme estar informado y formado permanentemente, aunque a veces «deformado», debido al dirigismo especulativo de los grupos de comunicación.
Esta tarea la convertí en un valor añadido intelectualmente cuando permití que me ayudase a construir una visión reflexiva y crítica de los acontecimientos y, eso, ha propiciado que piense y actúe de una forma diferente a la establecida. Con ello quiero transmitir la idea de imaginar nuevas posibilidades para un presente y futuros inciertos.
Esta semana nuestro colaborador Andrés Ortega en su artículo Innovación y Liderazgo al son de la marcha de Radetzky, nos recuerda cuán importante es hacer las cosas de forma diferente en la gestión del talento en las organizaciones y para ello lo ilustra con un bello ejemplo que pudimos disfrutar el primer día del Año como fue el Concierto de Año Nuevo .
En palabras de Ortega «Daniel Barenboim ha puesto de manifiesto que un equipo de alto rendimiento,(una orquesta filarmónica en este caso, es el resultado de la trasferencia de responsabilidad y confianza; ha evidenciado el maravilloso poder del reconocimiento explícito a través del agradecimiento a todos los miembros de su organización y ha asumido el riesgo de dirigir de forma diferente. nada más y nada menos que no-dirigiendo.»
Acabo con las motivadoras palabras del filósofo y humanista José Antonio Molina, que leí en un artículo del magazine semanal de un prestigioso diario nacional, en el que se leían los deseos para el 2014 de catorce personalidades de diversos ámbitos; el nos dijo «hay que cambiar la representación y liderazgo de la sociedad para acabar con la sensación de precariedad institucional que se vive en España a diferencia de otros países que también afrontan dificultades económicas».
Los responsables del talento en las organizaciones ya están perdiendo el tiempo si no son capaces de aprender a atreverse a pensar y actuar diferente para convertirse en líderes de personas, siguiendo el ejemplo inspirador de Barenboim.
Saludos cordiales.
2014, año de luchas y esperanzas
Recién estrenado este 2014 me gustaría recordar dos aniversarios especiales de los muchos que nos depara este año como son: los 150 años de una de las grandes obras de Charles Dickens «Cuento de navidad» y los 150 aniversario de una institución tan emblemática como es la Cruz Roja Española.
Corría 1863 cuando un suizo llamado Henri Dunant pensó en crear una sociedad de socorro neutral para prestar ayuda humanitaria, independientemente de nacionalidades, creencias y razas. Un año después nuestro país se adhirió a esta organización que no ha tenido miedo a evolucionar de acuerdo con las necesidades sociales del momento. Un ejemplo para la esperanza y las bases para una solidaridad verdadera.
Paralelamente Dickens nos ofrecía una historia que en un principio parece describir la situación actual que vivimos ya que habla de cómo la codicia, la avaricia larvan el peor de los cánceres en las personas: la ruindad. Sin embargo y, gracias a su maestría literaria, nos da ideas sencillas que si queremos nos pueden ayudar a cambiar ese sinsentido por un norte presidido por la redención, solidaridad y esperanza.
Estamos demasiado acostumbrados a ver a los «Sres. Scrooge» en los banqueros sin escrúpulos, en políticos y agentes sociales corruptos sin cuestionarnos si nuestras acciones y palabras con las personas de nuestro entorno empresarial están igual de contaminadas por ese pernicioso y contagioso espíritu.
Ahora que todos somos testigos de los nefastos resultados de una gestión económica, social y política centrada en el consumismo extremo, la idealización de lo material, es hora que cambiemos nuestras actitudes y seamos capaces de trabajar para ganar la confianza en nosotros mismos si apostamos por unas actitudes y valores sólidos y compartirlos con las personas de nuestro alrededor.
Esta semana nuestro colaborador Roberto Luna en su artículo Innovación y gestión del talento: más que primos hermanos afirma en esta misma línea discursiva que en el liderazgo y el talento directivo también es necesario ese ambiente de equipo capaz de generar confianza entre sus miembros, la necesaria como para que surjan comportamientos extra-rol o cívicos que son los que posibilitan las sinergias positivas.
Que 2014 sea un año en el que luchemos con esperanzas renovadas para hacer brillar con luz propia el talento que existe en nuestras empresas presentes y futuras.
Saludos cordiales.